y en ninguno descubro tu mirada;
escucho tanta voz alborozada,
y la tuya es la sola que enmudece.
Sigo a la multitud, pero carece
del ritmo de tu paso, va cansada;
y si la brisa llega perfumada,
su fresco aroma no te pertenece.
Y me siento a la vera del camino.
¿Por qué será que sólo te adivino,
y cuando quiero hallarte, no hay encuentros?
Tal vez no existes; eres pura idea
que la mente forjó, la fe moldea,
y sólo tienes vida en mis adentros.
Francisco Alvarez Hidalgo
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