viernes, diciembre 21, 2007
EL ULTIMO COLOR DE LA TERNURA
Recordar serán en adelante tus ojos, tu voz en el mundo, y el océano sin fin y bondadoso de tus manos, cuyas olas no levantan más sus aguas a la altura de mi rostro, áspero y callado como peñasco de la tierra.
Recordar será en adelante caminar contigo por las calles y oír como llega uno de triste con la tarde en los gestos.
Recordar será en adelante guardarte en un siempre, amplio y azul, como los mares más dulces de las más viejas y sabias lejanías.
Venir una mañana, y no encontrar a nadie. Irse una tarde, y no dejar ningún retorno. Y no tener un día, digamos un verano, como éste de agosto que te sufro, para regresar, cuando los viajes sean ya para uno nada más que leyenda.
Recordar será en adelante acostumbrarse de nuevo al oficio de estar solo, y a seguir envejeciendo un día más todos los días,
sin descanso.
Será mirarte arder a lo lejos, mujer mía, como si fueras la estrella que nos quema con sus picos, amargamente endulce este golpeado corazón
compañero.
Recordar será siempre
el último color de ternura,
amor mío, que me deje tu ausencia.
Otto Rene Castillo
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