Eres mi igual, mi cuerpo se refleja
en la sinuosidad de tu figura;
eres el eco de mi voz, la oscura
gana carnal que a solas te festeja.
Sombra que en la penumbra no me deja
ceñir el círculo de su cintura,
sombra que, al perseguirla, se apresura,
sorda al clamor de mi incesante queja.
Ante el espejo, utópica ventana
a tu mundo en ausencia, qué cercana
y qué lejos estás, amada mía.
Cristal que nos acerca y nos separa
que esconde la tibieza de tu cara,
dejando triste el alma y la piel fría.
Francisco Alvarez Hidalgo
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