Te abrazo por vez última: eso es abrir los ojos. Ya está. Las verticales entran a trabajar, sin un desmayo, en reglas. Los colores ejercen sus oficios de azul, de rosa, verde, todos a la hora en punto. El mundo va a funcionar hoy bien: me ha matado ya el sueño. Te siento huir, ligera, de la aurora, exactísima, hacia arriba, buscando la que no se ve estrella, el desorden celeste, que es sólo donde cabes. Luego, cuando despierto, no te conozco, casi, cuando, a mi lado, tiendes los brazos hacia mí diciendo: "¿Qué soñaste?" Y te contestaría: "No sé, se me ha olvidado", si no estuviera ya tu cuerpo limpio, exacto, ofreciéndome en labios el gran error del día. Pedro Salinas
1 comentario:
Me alegra que tú también hayas cambiado de "habitat·. Además de ciudad, compartimos el mismo ciber-hábitat. Besos.Te sigo leyendo.
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