RASTRO
Tu olor -el incontrovertible y brutal olor del amor- permanece intacto mientras los besos se volatilizan en su propio júbilo y la humedad se hace una con la piel. Tu olor, en cambio, impregna hasta la médula. Hasta ese lugar recóndito donde el deseo anida y obliga a dejar intactos los platos del almuerzo y a danzar de nuevo hacia la cama, muertos de hambre de amor.
Juan Gustavo Cobo Borda
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