Acaricio tus formas
suaves
como dunas
que no hay;
beso tus pezones
enhiestos y rosados
como un amanecer.
Tu cuerpo, emblema
crepitante.
Mi alma tiembla
al puro estado de belleza.
Tus ojos,
reposa en ti el impulso
de una corriente azul.
Desciende a mí
tu voz.
La armonía
conquista los espacios
del tiempo
inasequible.
Pedro Shimose
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