Algún gesto confuso, cartas con su remite (antiguo) y sobre todo el amainado temblor de lo que fueron besos o caricias, regalados en un parque, portales, oscuridades varias y espacios sin “moros en la costa”. Eso es lo que nos queda de ella.
Sin embargo, fue la mas hermosa, la luna llena de las noches y el sol esplendoroso de los días; la que nos quitó el sueño y el apetito y nos hizo pensar que mataríamos (descubriendo el demonio de los celos) a algún Rodrigo que pusiera sus desdichados ojos tan sólo en la estela de sus pasos y seríamos muertos (con cicuta, puñal o barbitúricos) si nos castigaba con el abandono.
Por ella la vida y la muerte fueron moneda de uso corriente en nuestra imaginación apresurada de amadores crecientes. Por ella dimos vida a hijos que sólo habitarían en el pais de la entelequia y planeamos su futuro de rosa y caramelo, con pétalos de jazmín bajo la almohada.
Por ella, acabamos po no reconocer el sueño y perfeccionamos hasta el virtuosismo los trazos de las letras de su nombre.
La descubrimos como el principio de todas las cosas, el claro origen de la plenitud y, mas tarde, esas mismas cosas nos fueron descubriendo que en ella también estaba el fin... y ¿quién sabe cómo fue?...
Una mala palabra, un desplante, otra pasión propicia a un tiempo nuevo (y descubrimos lo relativo), u na estupidez, en suma, como excusa para pasar al libro del olvido, de ese olvido que nunca se olvida..
Jesus Dominguez
1 comentario:
¡Hola!
Entré en este blog por casualidad y me gusta. Me iré pasando por aquí.
Saludos.
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