en la quietud de nuestro abrazo puro;
nos dejamos llevar, y no hubo muro
que aislara empeños, detuviera mentes.
Dinamitamos el reloj, rompimos
los troqueles que el uso determina,
y al fondo oscuro de cada retina
un recíproco mundo descubrimos.
Fco. Alvarez Hidalgo
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