jueves, mayo 10, 2007

AME SU CUERPO ENTONCES

Amé su cuerpo entonces y su alma. Su piel fue para mí la tierra firme;
la soñé como un sexto continente
no registrado en mapas todavía. Soñé con la bahía de su boca. Su pelo era una selva virgen
que abría su misterio mineral y oscuro.
Soñé con las ciudades de sus pechos. Los ríos de las venas que afloran en su piel
eran rutas abiertasa la navegación y al gozo. Se podía viajar en su mirada. En las blancas llanuras de sus manos
yo cultivé el maíz y buenas relaciones. Después no pude estar sino en su cercanía.
OTTO RAÚL GONZÁLEZ

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