viernes, junio 27, 2008

DE NADA ME SIRVE (para Mina)

De nada me sirve saber
que la arena de la playa
es caliente.
Quiero que mis pies desnudos
la acaricien.
De nada me sirve saber...

sábado, junio 21, 2008

EN EL COMIENZO

Eres el comienzo, la luz y la esperanza.
Antes de ti era la nada y no habían nacido las palomas.
Qué angustioso vacío el vivir sin saberte,
aunque mis ojos adivinaran tu mirada lánguida
y fueran construyendo mis manos tu presencia,
inventando mis sueños piel, risa y esencia de tus besos.
Sin ti andaba yo al garete, en un mar de borrasca,
cuán alejado de todo puerto conocido.
Y el mar también era la nada.
Tendrías que llegar a darle un día
el verdor de tus ojos, la sal de tus pupilas,
un hontanar de lágrimas,
y la suave madrépora que crece entre tus labios.
Sin ti mi voz no tenía forma y su eco faltaba,
era el lloro de un niño que se pierde.
Tú le entregaste acento y le fijaste rumbo.
Y entonces pude cantarte toda, con la voz que me diste.
Antes de ti, la nada, la pegajosa angustia, la voz muda.
Mas hoy comienza a respirar mi mundo,
nutrido con tu luz, fincado en la esperanza. Luis Zalamea

viernes, junio 13, 2008

NO ES QUE MUERA DE AMOR

No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.
Muero de ti y de mí, muero de ambos,
de nosotros, de ese, desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.
Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques,
los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano y todo yo te sé como yo mismo.
Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros, separados del mundo,
dichosa, penetrada, y cierto, interminable.
Morimos, lo sabemos, lo ignoran,
nos morimos entre los dos,
ahora, separados, del uno al otro,
diariamente, cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos, en nuestras manos que nos necesitan.
Nos morimos, amor,
muero en tu vientre que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos obscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte, amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas, inconsolable,
a gritos, dentro de mí, quiero decir,
te llamo, te llaman los que nacen,
los que vienen de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos sino morirnos más,
hora tras hora, y escribirnos y hablarnos y morirnos.
Jaime Sabines

martes, junio 10, 2008

DEL EXTASIS


Distraída del mundo; más, lejana
como un vuelo de pájaros,
tú existes donde el silencio empieza,
donde el alma.
Donde las avenidas, misteriosas
de árboles altos y de sombra extraña
nos llevan a la pena más hermosa;
donde la noche llora, constelada
frente a sí misma, porque todo es poco,
porque los mundos brillan en la nada
,como nosotros, donde la belleza
suspende el tiempo;
donde canta mi voz más sola;
en mi reducto último,
allí estás tú, silencio, alma.
Alza los ojos, tienes la cabeza
de una imposible luz aureolada;
quieres, querrías, pero no te sientes,
porqué eres sólo noche, noche clara.
¡Ah, dame ese silencio,
rompe esta belleza que nos mata!
Y en tu infinita noche,
álcese un viento dulce,
despertando ramas.
Eugenio de Nora